En la actualidad hay algún tipo de vehículo casi en cada hogar, lo que muestra que a estas alturas, hemos llegado a un nivel de evolución en el que cada vez dependemos más de los medios de transporte propios. Y es que tener un vehículo ofrece una independencia total al conductor para poder desplazarse a cualquier lugar, sin tener que depender de horarios ni de nada.
Siendo ambos vehículos y sirviendo para desplazarse de un lugar a otro, la moto y el coche tienen diferencias evidentes en cuanto a su uso y funcionalidad.
La moto otorga al propietario de la misma la capacidad de poder desplazarse rápidamente de un lugar a otro en el interior o las proximidades de la ciudad, y mucho más rápido en las ocasiones que el tráfico es denso y hay atasco. Además, a la hora de estacionar en los lugares habilitados para tal efecto, la moto tiene la ventaja de que al ocupar mucho menos espacio que los coches, le resulta mucho más fácil encontrar un aparcamiento en las zonas cercanas al destino.
Aunque podemos ver montones de motos circulando por todo tipo de carreteras, es obvio que una vez que los límites de velocidad ascienden, el peligro para el motorista se incrementa de forma desmesurada. Los factores del tiempo: viento, agua, nieve; así como el tráfico que haya en la carretera, el estado de la calzada, y muchos factores más que pueden hacer correr más riesgos y debido en gran parte a que la moto es un vehículo frágil y que carece de protección adicional para el motorista, este corre una serie de riesgos que no son aconsejables.
Los seguros para las motos como segundo vehículo suelen ser muy económicos, por tanto, usar el coche para hacer viajes largos, y trayectos por carreteras, y la moto como segundo vehículo en el interior de la ciudad, es muy aconsejable y rentable.